Carlos Areces

La higuera de los bastardos
Un falangista, Rogelio, hipnotizado por la mirada de un niño, hijo de una de sus víctimas, abandona a los suyos y decide salvar su vida cuidando de un hijuelo de higuera, plantado sobre la tumba que el niño ha excavado con sus propias manos. Cipriana y su Virgen del Carmen, las rosquillas y los supuestos poderes de curación le convierten en centro de peregrinación, para desesperación de sus camaradas, que ven con pavor cómo la higuera crece entre la multitud. Para colmo, un recién nombrado nuevo alcalde decide que es bueno para el turismo y debe ser protegido y promocionado – “Franco apoya el turismo y Getxo no le defraudará”. Ermo, el chivato, acecha, convencido que bajo la Higuera se esconde un tesoro