Sons

La vieja historia de culpa y redención, contada durante la mitad del metraje de forma decente y competente. atisbos de ideas - masculinidad tóxica, los guardias de la prisión como su propia milicia violenta, la relación sado-masoquista entre los protagonistas con posibilidades de ambivalencia (¿probablemente él disfruta de su castigo?), la constelación edípica - todo esto se toca pero nunca se profundiza.

En la segunda mitad, la película se desmonta a sí misma, con improbabilidades en la narración y volte-faces inverosímiles. es una pena, pero en cierto modo es lo que se esperaba de una Berlinale que hasta el día de hoy tiene que rellenar espacios de competición con películas mediocres, vertiéndolas y escondiéndolas en sus últimos días. El fantasma de Kosslick sigue muy presente.

Robert E. Lee Desde luego, no es una película dirigida a los imbéciles criados en Hollywood. Esto lo dice todo. La atmósfera es tensa y lúgubre en un escenario minimalista (una cárcel, al fin y al cabo). Knudsen actúa magníficamente. Quedan muchas preguntas abiertas, lo cual está muy bien.

Estaba dispuesta a pasar por alto agujeros argumentales del tamaño de Cincinnati para centrarme en el drama psicológico de la película. Las interpretaciones son excelentes, y algunas de las escenas examinan sutilmente las clases sociales o las expectativas dislocadas (como la visita de Eva a la casa de otra madre, que hace ambas cosas), pero, en general, muchos detalles y conexiones -morales, psicológicas o simplemente circunstanciales- siguen siendo imprecisos y no están bien escritos.