En 1999, Nisha Platzer, de 11 años, perdió a su hermano mayor, Josh, por suicidio. Veinte años después, su búsqueda de un tratamiento médico especializado la lleva a la puerta de alguien que alguna vez fue excepcionalmente cercano a Josh. Y así es como finalmente tiene la oportunidad de conocer verdaderamente a su hermano a través de la familia que eligió. Capturada a lo largo de cinco años en los que las sincronicidades se manifestaron continuamente, la documentación de Platzer sobre estos encuentros afirma gentilmente que tanto el duelo como la curación deben ser experiencias comunitarias.
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