Ante las consecuencias de un desarraigo violento, Mateo Sobode Chiqueno viene registrando historias, canciones y testimonios de su pueblo Ayoreo desde los años setenta. En un intento por preservar fragmentos de una cultura en desaparición, Mateo recorre comunidades de la árida y desolada región del Chaco paraguayo y registra en casetes las experiencias de otros ayoreo que, como él, nacieron en la vasta selva, libres y nómadas, sin cualquier contacto con la civilización blanca, hasta que los misioneros religiosos los obligaron a abandonar su territorio ancestral, sus medios de subsistencia, sus creencias y su hogar.
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