Los últimos restos de una prisión, guardias y algunos presos, esperan ser trasladados y poco a poco las reglas parecen tener cada vez menos sentido y los hombres que esperan se convierten en una nueva comunidad frágil.
El orden "natural" es cada vez más cuestionado, lo que lleva a los carceleros a cumplir con las demandas de los internos, manteniendo estrictamente las distancias físicas y morales necesarias.
Todo esto inicia un viaje interior que, sin revelar más de lo necesario, lleva a cada uno a abrirse y reconocer su humanidad.
Más que una historia carcelaria, Ariaferma se describe mejor como una historia humana, una historia de reconciliación entre dos grupos opuestos, los guardias y los prisioneros.