Dos hermanas ya en plena edad adulta deciden pasar un último fin de semana en la casa donde vivieron su infancia, antes de que sus padres la pongan a la venta.
Tiny Fey y Amy Poehler son dos cómicas estadounidenses de talento pero eso no resulta suficiente para impedir naufragar a la película. Y eso no se debe al previsible uso del humor grueso, sino a la incapacidad de encontrar el equilibrio necesario para que toda la serie de excesos que aparecen en pantalla no acaben por saturar al espectador. El guión es malo y la mayoría de gags no tienen gracia. Una floja película que aún lo hubiera sido más de no contar con su pareja protagonista.