En esta película, Georges Rouquier describe la actividad del herrador en la multiplicidad de sus aspectos. Pero el cineasta no se limita a una pura descripción técnica, no olvida al hombre ni a su entorno familiar y aldeano, ni a la historia donde se escribió su vida en un momento dado. El director filma a Marcel Laforge, un herrero que vive en un pequeño pueblo de Charentes, en Garrat. Rodada en una semana, la película es una reconstrucción; todo ha sido escenificado a partir de fragmentos de múltiples realidades. Este cortometraje se articula en torno a tres temas, a veces enfrentados, pero a menudo confundidos: el hombre, la historia y el oficio.
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