Una consultora corporativa es enviada a un remoto lugar secreto, donde deberá investigar y evaluar un espantoso accidente. Allí descubrirá que todo fue desencadenado por una “humana” aparentemente inocente que encierra un misterio que podría ser infinitamente prometedor y a la vez increíblemente peligroso.
Primer largometraje del hijo de Ridley Scott, Luke Scott sobre un relato de ciencia ficción y tecnología bastante atractivo a priori. El filme se desarrolla mayoritariamente en espacios cerrados y cuenta con un destacable diseño de producción además de un reparto bastante llamativo - Anya Taylor-Joy (La bruja), Paul Giamatti, Rose Leslie -. El problema radica en un guión que no consigue que su personaje principal nos impacte emocionalmente y que fracasa en la creación del misterio tanto en la trama principal como en la sorpresa oculta que se ve venir a los pocos minutos de metraje. Ninguno de los dilemas planteados llega a desarrollarse mínimamente. Hay, eso sí una elegancia visual que impregna todo el filme aunque todo resulta demasiado genérico. Una película bastante floja lastrada por la inexperiencia de su director.