Caos.
Sin embargo, no hay casi nada caótico en Ran. Un cierto grado de armonía está siempre presente, independientemente de lo que se represente en pantalla, ya sea guerra, manipulación, traición o masacre. Un campo pisoteado por caballos pero imperturbable, soldados marchando y cantando ordenadamente, un campo de batalla filmado en silencio. Incluso el fuego y el humo parecían geométricamente simétricos. Todo parece tan... calculado. Organizado. Cada accesorio, hasta cada mota de polvo, está exactamente donde Kurosawa quería que estuviera. La posición de los actores, hacia dónde mirarían, dónde pondrían las manos, incluso las montañas del fondo, las flores, las nubes, todo está ajustado para encajar perfectamente en cada fotograma. Kurosawa tenía pleno control sobre su película, como un pintor tendría sobre su cuadro.
Ahora, eso es algo. |