Cuando el socio ruso de un tratante de diamantes norteamericano desaparece, éste viaja a Siberia en su búsqueda, donde conoce a Katya, la joven propietaria de un café.
Es una película pensada para explotar el gesto de hielo del resucitado Keanu Reeves. (...) se limita a imitarse a sí mismo con una devoción que da en parodia en lo que podríamos llamar un Melville de saldo.
Cualquier famosete relleno de botox mueve más la cara y si este actor [Reeves] se cree que tenemos paciencia para otro héroe lacónico ultracongelado… pues lo dejaremos en manos de sus incondicionales.
Reeves luce un semblante hierático (...) El ritmo es lento, apesadumbrado, aunque se captura bastante bien el estado de ánimo ingrávido al que están abocados los personajes de este drama entre convencional y existencialista.
Tras reflotar su carrera con la estupenda saga de John Wick, Keanu Reeves vuelve a las andadas con este absoluto desastre que va empeorando conforme avanza el metraje. La típica historia de trato que se complica por causas ajenas al protagonista se nos narra con un tono reposado que enseguida da paso a una trama romántica poco estimulante. Para empeorar las cosas, la química entre la pareja formada por Reeves y Ana Ularu brilla por su ausencia. Todo lo que ocurre se hace monótono y soso. La añorada Molly Ringwald está totalmente desprovechada en su papel. Un desastre de película.