Técnicamente es un trabajo impecable, de escenario, luces y voces con los que arropar a los personajes, pero la historia se queda corta, muy corta, y su simpleza y falta de originalidad la deja en terreno llano, sin un mínimo de vuelo. Un adolescente que sueña con ser caballero en vez de abogado. Eso es todo y, alrededor, blancos y negros, buenos muy buenos y malos muy malos, tontos muy bobos y un ramillete demasiado amplio de personajes estereotipados.
Una producción mirando mucho, en exceso, a la estatura de los niños y muy poco, casi nada, a la mente más adulta, algo que ha sido esencial para el éxito de esta clase de producciones. Los valores que desprende la película tampoco son novedosos: valor, amistad, amor y fantasía para una cinta que salva su honor con un derroche de simpatía sin par. A Tadeo y sus excavaciones le bastó con eso, pero no es seguro que Justin (ya el nombre, que recuerda a individuos como Bieber o Timberlake, se las trae) vaya a correr la misma suerte. |