Penoso sucedáneo romántico de la saga crepúsculo en clave sexual. Si, haciendo caso del título del filme, vas al cine esperando encontrarte algo de naturaleza escandalosa te vas a llevar un buen chasco. Si hay algo salvable en la película son los primeros minutos de la hija de Melanie Griffith, Dakota Johnson, que borda su papel de animal indefenso metido en la boca del lobo, pero eso es todo. El resto es un absurdo tras otro: la forma que tiene Sam Taylor-Johnson de rodar las escenas de sexo resulta cualquier cosa menos excitante, y la química entre la pareja protagonista es nula. Un despropósito pseudofeminista. |