Brillante, siempre se ha dicho que el director Wes Anderson arriesga entre lo absurdo y lo genial, en este caso lo ridiculo se convierte en brillante y lo brillante nunca ha sido tan ridículo. Imprescindible ver esta película
Un relato cuyo objetivo principal es arrancar la sonrisa del espectador. Especialmente llamativo es el uso de colores vivos dentro de una puesta en escena casi, casi obsesiva en la composición de cada uno de los planos. Sin embargo tras ese virtuosismo técnico no encontramos el soporte de un guión bien trabajado. El ritmo alocado nos recuerda a los modos narrativos del cine mudo. Destacan varios cameos estupendos de grandes actores. Ralph Fiennes está exquisito y Tony Revolori le da el contrapunto de forma muy solvente. Sin duda una película deliciosa y muy disfrutable