Retorno a la dirección de uno de los grandes del cine de terror ochentero, Don Coscarelli, en un extraño híbrido entre comedia y acción sobrenatural que empieza con fuerza pero que pronto se ve mermada en la fuerza de su planteamiento inicial. Se agradecen las dosis de humor para hacer más llevadero el visionado pero la verdad es que el guión resulta algo confuso y la capacidad interpretativa del protagonista es más que discutible. Lo mejor son las escenas en la que aparecen dos grandes secundarios como son Paul Giamatti y Clancy Brown. |