Después de varios años de decadencia en la que pareciera que era incapaz de ofrecernos algo más que variantes de su Jack Sparrow, Johnny Depp hace todo un 'tour de force' actoral para, combinando el excelente trabajo de maquillaje y la labor gestual del actor, ofrecernos una siniestra interpretación del jefe del crimen organizado Whitey Bulger que, francamente, da miedo. Además también tiene ocasión de mostra el lado más humano del personaje con lo que le sucede a su hijo, así como el más maquiavélico cuando anticipa lo que está por venir y es necesario para seguir medrando al otro lado de la ley. Tal es así, que no sería de extrañar que tan escalofriante trabajo le valga una nominación al Oscar. El resto del reparto es estupendo y sin embargo todos sus personajes - con la excepción del de Joel Edgerton - están muy poco aprovechados por culpa de un guión bastante disperso, superficial y con debilidades narrativas. Cooper no da la talla dirigiendo porque poco a poco se apodera del filme una sensación de monotonía de la que sólo nos saca Depp. Sin ser una mala película podría haber dado mucho más de sí en manos de otros guionistas y otro director. |