Tras la magistral "Cadena perpetua (1994)", Frank Darabont intentó repetir éxito con otro relato carcelario de Stephen King. De nuevo un magnífico reparto brillando a gran nivel en ese pasillo verde de reclusos condenados a muerte. El director retrata de forma brillante la rutina de los guardias, de trato inesperadamente amable teniendo en cuenta la tarea que tienen encomendada. Destaca por encima de todos el personaje de John Coffey, del que apenas conocemos nada pero que tiene un aura de magia y misterio que va ganando protagonismo conforme avanza la historia. Lo peor del reparto son los villanos, malvados sin fisuras y muy planos. La muerte, el sufrimiento y el destino son los temas que sirven de motor a este emotivo filme. Gran película. |