La serie de películas de Cars se encuentran entre las menos redondas de la factoría Pixar y esta tercera entrega no ofrece sorpresas respecto a sus antecesoras. Uno no puede ser campeón eternamente y Rayu McQueen debe enfrentarse a esa dura realidad cuando aparece un nuevo competidor en la Copa Pistón. A partir de aquí sobrevuela la duda de si Rayo logrará recuperarse o tendrá que verse abocado a la retirada definitiva. Asistiremos a la frutación de la entrenadora que le asignan (algo que agradecemos para que Mate no ocupe tanta pantalla, algo que ya se hacía cansino en la segunda entrega) y a un viaje físico y emocional repleto de dificultades. Se ha mejorado el acabado visual de las escenas y se han incorporado temas más adultos a la trama, así que podemos decir que este constituye un cierre digno de la saga, mejor que la segunda entrega y a la altura de la primera. |