La película original de Pixar es una de las mejores de la factoría de animación y crear una secuela suponía un evidente riesgo dada la pérdida del factor sorpresa. Otras secuelas de Pixar habían obtenido resultados inferiores a las originales pero, afortunadamente, este no es el caso. Se mantienen las esencias del filme original y, gracias al talento que demuestra el veterano Brad Bird en la dirección y a la asombrosa factura técnica se nos brinda un espectáculo de primer nivel condimentado con unas excelentes partituras de Michael Giacchino. El guión del filme peca un poco de previsible y el giro principal de la cinta se ve venir de lejos pero ello no es óbice para que esta bondiana secuela resulte divertidísima a lo largo de sus dos horas de metraje. Obra maestra de la animación. |