La idea de trasladar a imagen real una obra maestra del cine de animación me hacía temer lo peor pero bastaron unos minutos de proyección para eliminar esos temores. Una banda sonora que homenajea a la original, un ritmo frenético con escenas cargadas de adrenalina... Y hablar de 'imagen real' es relativo: salvo el protagonista y algún elemento de la naturaleza, todo es generado a base de ordenador, aunque en muchos momentos resulte difícil distinguirlo (chapó para los señores de MPG y Weta). A la perfección que luce en todo el filme hay que añadirle ese plus de irrealidad que casi lo convierte en obra maestra. El magistral desarrolo de la personalidad de Mogwli y Shere-khan conquista sin dificultad alguna al espectador que se vuelve niño por momentos. Una magistral película, emocionante e hipnótica capaz de emocionar por igual a los peques y los adultos que los acompañan. |