Un blockbuster dirigido y guionizado por Shane Black siempre garantiza unos mínimos de calidad y entretenimiento. La película no es perfecta y tiene sus problemas pero la libertad con la que se desenvuelve Black sirve para ofrecernos un violento espectáculo (aunque tampoco es que se regodee con las muertes que se van sucediendo) cuyo metraje se nos pasa volando. Los personajes despiertan la empatía del público desde el primer momento y la cinta rebosa testosterona (algo tabú en estos tiempos de hipercorrección política) y humor socarrón. El lenguaje 'inapropiado' que usan los personajes les viene como anillo al dedo. Por ponerle algún pero, las escenas de acción no resultan especialmente brillantes y el ritmo del filme sufre una serie de altibajos. Con todo, un estupendo Blockbuster muy superior a la media. |