Jia Zhang-ke es uno de los cineastas de más reputación dentro del actual cine chino, cuya carrera medita continuamente sobre la inmersión de su país en el capitalismo y su impacto sobre las familias y la sociedad. La historia del filme está estructurada en tres partes; la primera, en 1999, resalta las esperanzas y alegrías en el nuevo siglo, la segunda es una crítica del enriquecimiento de los especuladores y al mismo tiempo una reflexión sobre lo efímero de la condición humana; la tercera, ambientada en Australia en 2025, trata sobre la desorientación que produce la pérdida de las raíces y algunas de las ideas introducidas aquí resultan algo forzadas. Una buena película cuyo ritmo lento puede aburrir a más de un espectador.