Cinco mujeres son secuestradas y encerradas en una extraña fábrica, obligadas a ejercer la prostitución. Bernarda (Assumpta Serna), que mantiene una extraña relación con su criada Poncia (Miriam Díaz Aroca), piensa que así las redime y las libra de los males del mundo. Bernarda representa la opresión y la tiranía, mientras que su hermana Maria Josefa (Victoria Abril) simboliza la libertad.
Preclaro ejemplo de cómo actualizar la forma de un clásico no sólo manteniendo intacto su espíritu sino enriqueciéndolo con aportaciones con las que probablemente el autor estaría de acuerdo al cien por cien.
Un film cuyos resultados estéticos y soluciones narrativas quedan muy desfasados, tanto de la obra matriz, como de los tiempos que corren. Representada en directo, quizás…