Un chip de silicio es interceptado a los soviéticos y éste resulta ser idéntico a un prototipo británico que soporta los pulsos electromagnéticos producidos por detonaciones nucleares. El principal sospechoso de vender secretos al enemigo es el industrial inglés Max Zorin. James Bond es enviado para investigar al empresario.
Mera repetición de clichés ajados y vetustos en la que todo resulta de lo más previsible. Incluso las secuencias espectaculares suenan a vistas. Así, lo mejor recae en la presencia de Grace Jones, que compone una mala ambigua e inquietante. Poco más.