Mientras la nación estaba al borde de la Segunda Guerra Mundial, una Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color (NAACP) casi en la quiebra envió a Marshall a la conservadora Connecticut para defender a un chofer negro contra su adinerada empleadora, en un juicio de abuso sexual e intento de homicidio que pronto fue tema de todos los diarios amarillistas. En la necesidad de una victoria de alto perfil, pero amordazado por una corte segregacionista, Marshall se alía a Samuel Friedman, un joven abogado judío sin experiencia. Ambos lucharon contra una tormenta hostil de miedo y prejuicio, impulsados a descubrir la verdad en el juicio sensacionalista, que llevaría a asentar las bases para el Movimiento de los Derechos Civiles. |