Revisamos la vida de Eunice Muñoz a través de los recuerdos privados de su casa. Asistimos al lado íntimo de la actriz, que aquí no juega ningún papel más que el de ser quien es al lado de quien ama. Observamos su complicidad natural con Lídia, cómo sus cuerpos tienen 62 años de diferencia pero sus espíritus ni siquiera uno. Nos abren la puerta a su intimidad y rituales domésticos. Convencidas de que el teatro es más real que la vida, a las dos actrices les correspondía vivir una forma de vida más pura, que superara todas las posibilidades del teatro, convirtiendo el cine en el engaño más bello del mundo.
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