El último vagón • Crítica

¿De qué trata?

La historia se desarrolla en los años 60 y sigue a Ikal, un niño que viaja en tren con su familia mientras su padre trabaja en la construcción de vías en México. Durante su viaje, Ikal conoce a la maestra Georgina, quien promete enseñarle a leer y escribir. A través de los ojos de Ikal y sus amigos, se exploran temas como la amistad, el primer amor, la pérdida y la desigualdad. La película también aborda la importancia de la educación y cómo puede transformar vidas, así como los abusos de poder y la discriminación.

Los niños que protagonizan esta historia, junto con Ikal, nos transportan a esa etapa inocente de la vida en los que todo es desconocido y despierta nuestra curiosidad. Sin embargo, los juegos y las bromas no son todo para ellos. También afrontarán momentos difíciles, como incerteza de perder a un ser querido, la lucha para salir adelante en situaciones de falta de recursos y la falta de comprensión.

La trama de la película se inspira en casos reales de las escuelas vagón mexicanas que poco a poco fueron desapareciendo en los años 90, dejando a muchos niños sin una escuela cercana a la que acudir.

El último vagón entrelaza hábilmente dos líneas temporales, creando una sensación de intriga y expectación. La revelación gradual de la identidad de Hugo añade una capa adicional de profundidad a la narración, que culmina en un momento culminante tan impactante como sorprendente. La estructura de la película, unida a su ritmo sencillo pero eficaz, garantiza que la historia no decaiga en ningún momento, manteniendo al público enganchado en todo momento.

Personajes

Dirección

Con el México rural como telón de fondo, el director Ernesto Contreras construye con maestría una narración que cautiva al público de principio a fin. Con unas interpretaciones sobresalientes, un argumento sólido y algunos giros inesperados, la película deja un impacto emocional duradero.

La fotografía capta maravillosamente el encanto rústico del México rural, sumergiendo al público en el encantador escenario. 

¿Merece la pena verla?

"El último vagón" es una historia llena de nostalgia, magia y momentos conmovedores que ofrecen esperanza y nos invitan a apreciar las grandes historias que nos rodean, una película notable que muestra el poder de la resistencia, la amistad y la educación frente a la adversidad.

La película cuenta con una fotografía nostálgica y escenarios que nos transportan a un México del pasado.

Destacan las actuaciones de Adriana Barraza como la maestra Georgina y los jóvenes actores Kaarlo Isaacs y Diego Montessoro. Además, el filme incluye un mensaje sobre el maltrato animal a través del personaje de Quetzal, un perro callejero adoptado por Ikal.

¿Dónde se rodó?

El último vagón se grabó en escenarios de Puebla y Tlaxcala. Con locaciones en el ferrocarril de Tequexquitla y Xalostoc, así como la hacienda de San Pedro Tenexac, ubicada en el municipio de Terrenate.

Y en el municipio de Oriental en Puebla.

Lo mejor

Los guionistas han creado una narrativa conmovedora que sumerge al público en una montaña rusa emocional. La historia es realista y genuina, y resulta gratificante presenciarla.

La película logra inteligentemente ocultar la identidad de Hugo y entrelazar las líneas temporales de las dos tramas. Esto genera un momento culminante aún más impactante y sorprendente.

Los distintos personajes y la estructura de la película son impecables. La trama se desarrolla a un ritmo fluido y nunca se prolonga innecesariamente.

Lo peor

El último vagón podría haberse beneficiado de una partitura más impactante para complementar su historia tan dramática. La música resulta bastante genérica y no aporta nada significativo a la película.

Nota