Ridley Scott dirige esta épica historia medieval basada en la historia real del último juicio por combate (la última justa, en este caso) celebrado en Francia. Aunque se nos presenta como una película sobre la lucha de una mujer porque se haga justicia tras una violación, estamos ante una película predominatemente masculina, con dos de los más cotizados actores de Hollywood, los viejos amigos Ben Affleck y Matt Damon, que coescriben y producen la película, además de protagonizarla.
La premisa de la que parte 'El último duelo' es muy atractiva: en 1386, Marguerite de Carrouges (Jodie Comer) acusa a Jacques Le Gris (Adam Driver) de violarla. Su marido Jean (Matt Damon) tiene la oportunidad de luchar por su honor, ya que el ganador del duelo lo será también del juicio. Aquí los guionistas han decidido recrear la historia desde tres perspectivas: el primer capítulo trata sobre el punto de vista de Jean, el segundo el de Jacques y el tercero (titulado como "La verdad") el de Marguerite. Este planteamiento recuerda fuertemente al Rashomon de Akira Kurosawa.
Algo curioso sobre la elaboración del guion es que Damon y Affleck decidieron dejar la escritura del tercer capítulo en manos femeninas, concretamente en las de Nicole Holofcener, y el experimento les ha salido francamente bien: mientras que en los dos primeros capítulos, Comer queda reducida a un papel secundario con pocos diálogos en pantalla, en el tercero tiene más sustancia. Con todo, la historia se ha centrado en los dos personajes masculinos: su amistad, su rivalidad, su relación con el libertino Conde Pierre d'Alençon (Ben Affleck) y, evidentemente, en el duelo. En cuanto al personaje de Marguerite, apenas se nos revela nada de sus pensamientos sobre su matrimonio o de su rol de mera mercancía.
El director Ridley Scott nos ofrece en 'El último duelo', al igual que ya sucedía en Gladiator, memorables escenas de batalla en la que la cámara va descendiendo hasta situar al espectador en medio de la sangrienta lucha: con cada golpe de espada percibes el dolor y la pérdida de vidas. El gobernante (Carlos VI, interpretado por Alex Lawther) es un niño mimado cuya sed de sangre y el placer que le produce ver el sufrimiento solo es comparable a su carencia de hombría: los gestos de regocijo durante el duelo recuerdan mucho a los de Joaquin Phoenix durante las escenas de combate en 'Gladiator'.
En el aspecto estético llaman la atención - para mal - los peinados de los hombres: Affleck, con su pelo oxigenado cortado a tazón, sus cejas y su barba, y el feísimo salmonete de Damon solo sirven para distraernos en algún momento de la acción. La honrosa excepción es la frondosa cabellera de Driver.
En la versión original llama también la atención el frecuente uso del latín y que el acento americano de los personajes se ha suavizado mucho para que suene más europeo, acorde con la historia.
A pesar de sus 152 minutos de duración, Ridley Scott no nos concede un momento de respiro y el tiempo avanza con rapidez cambiando continuamente la acción entre el campo de batalla, la corte y el hogar.
La película es detallista en su ambientación histórica, con muchos detalles interesantes: los campesinos en su trabajo, la suciedad o el bullicio de la vida diaria en el medievo, por ejemplo. Los decorados, especialmente el castillo de Pierre, son maravillosos.
Las interpretaciones de los personajes principales rayan el sobresaliente y sobre todo la escena del duelo final está muy bien rodada. Aunque resulte irónico que una película cuyo personaje central es una mujer diga tan poco. No obstante, en su conjunto, la historia que nos ofrece Ridley Scott es muy disfrutable.
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