A sus 25 años, Martí Guarch ha logrado consolidarse como una de las jóvenes promesas del cine español. Con cinco películas dirigidas y una trayectoria en ascenso, su carrera es una historia de éxito. Sin embargo, detrás de las cámaras, su realidad es mucho más compleja: convive con tres trastornos mentales diagnosticados que afectan tanto su bienestar emocional como físico.
En esta entrevista, el joven director nos habla de las dificultades que ha enfrentado a lo largo de su exitosa carrera debido a su enfermedad mental y sus desafíos personales.

A pesar de las dificultades, ha seguido cosechando logros
Desde muy joven, Guarch, nacido en Cataluña, ha lidiado en silencio con una enfermedad que no solo provoca dolor mental, sino que también repercute en su cuerpo, generando fatiga, dificultades en el habla y otros síntomas que dificultan llevar una vida normal. Su diagnóstico llegó tras un período especialmente duro, marcado por amenazas y una intensa presión. Aun así, continuó con su carrera sin hacer pública su lucha, enfrentándose en solitario a los síntomas mientras avanzaba en la industria cinematográfica.

A pesar de las dificultades, el joven director ha seguido cosechando logros. Su última película, "Un muerto para tres", protagonizada por Silvia Aguilar, Pilar Aymerich y Txema Lorente, con la colaboración especial de Diego Ferro, se encuentra en plena presentación en festivales de cine. Este nuevo proyecto se suma a una filmografía en la que destacan títulos como "Ales d’Ivori", "Zamorana, todo por su hija", "Bichos Raros" y "Bichos Muy Raros". Además, ha explorado el mundo del teatro con la dirección de una adaptación del musical "Grease".
La interminable lucha de Martí Guarch
Formado entre Barcelona y Londres, Martí Guarch ha logrado cumplir su sueño de dedicarse al cine. Pero, ¿Cómo ha sido su difícil camino? ¿Cómo ha compaginado el éxito con los desafíos personales? En esta entrevista, nos abre su corazón y nos cuenta su dura historia sin filtros.

“El cine es mi salvación; el arte puede salvarnos”
¿Cómo te sentías al principio? Sentía que algo en mí no funcionaba bien, como si hubiera dejado de ser yo. No me reconocía.
¿Intentaste explicarlo? Al principio me daba vergüenza porque me sentía vulnerable. Lo oculté, pero las amenazas y difamaciones que recibía solo empeoraban mi estado. Eso alimentaba aún más la enfermedad mental.
¿Qué ha sido lo más duro? Lo más difícil es la incomprensión. Decir que estás agotado, que no puedes salir de la cama porque la enfermedad te lo impide, y que la gente no lo entienda… es frustrante. Te arrebata calidad de vida. Es fundamental dar visibilidad a este problema porque afecta a muchísimas personas. Tener un entorno comprensivo lo cambia todo.
¿Te has sentido más fuerte tras hacerlo público? Al principio fue difícil, sobre todo cuando se puso en duda mi trabajo y recibí insultos, burlas y acusaciones. Pero al hablar abiertamente de mi enfermedad, he ayudado humildemente a otras personas que también sufren trastornos mentales y no se atreven a contarlo. Esto no es un defecto, es mi realidad.
Tomo hasta siete medicamentos al día. Por la noche necesito sedantes fuertes para poder dormir, ya que sufro insomnio y terrores nocturnos; por la mañana, otros fármacos para reactivar mi cuerpo. Sin duda, el dolor es una lección de vida. Hacerlo público cambia la forma en que la gente te trata. No quiero condescendencia, solo que no se burlen de mí.
¿Cómo te encuentras profesionalmente? Si no hiciera cine, ya me habría matado. El cine es mi salvación. Crear, buscar la belleza, refugiarme en mi imaginación… todo eso me ayuda a resurgir. Creo firmemente que el arte puede salvarnos.
¿Tu enfermedad te limita en el día a día? Muchísimo. Hay días en los que no puedo levantarme de la cama porque mi cuerpo simplemente no responde. Eso hace que algunas personas duden de mi profesionalidad o de mi trabajo, lo cual es injusto. Doy todo de mí para llevar una vida lo más normal posible, mientras me sea posible.
¿Llegaremos a entender algún día que la cultura no es sólo un espacio de entretenimiento? Debemos tratar al cine como lo que es, el séptimo arte. Y el arte tiene la capacidad de cambiar vidas, de transformarnos, de hacernos viajar y hacernos mejores personas. De ahí el síndrome de stendhal. Yo en Florencia me quedé catatónico, mi cuerpo estaba sintiendo la fuerza de la belleza. También me pasa con una buena película.
“Hay que dejarse ayudar, no esconderse”
¿Crees que la censura en redes sociales afecta a la creatividad artística? Paradójicamente, creemos que la sobreexposición en redes nos da más libertad, pero en realidad nos limita. Y eso me preocupa. Cuanto más espacio de “libertad” se concede, más agresivos se vuelven estos foros, donde pueden atacarte, silenciarte o excluirte. Es esta reacción la que termina provocando la cancelación.
¿Qué es lo que más te enamora? Perderme entre las páginas de un buen libro, la inteligencia, la belleza, la bondad y, sobre todo, la autenticidad.
¿Y qué es lo que más detestas? La falta de lectura, los prejuicios, el sectarismo y la intolerancia. En definitiva, la demagogia con sordera.
¿Qué mensaje darías a quienes sufren problemas de salud mental? Que no se escondan, que se dejen ayudar. Si te rompes una pierna, vas al médico; si sufres una depresión, también debes acudir a un profesional. Es absurdo pensar que no vamos a tener problemas mentales en una sociedad consumista, llena de envidia y egoísmo.
Un deseo… Ojalá haya más humanidad al opinar sobre la vida de los demás. Muchas veces, sin conocer la realidad de alguien, se lanzan comentarios a la ligera que pueden causar un gran daño. |