Cuando uno piensa en la palabra "zombis", George A. Romero es probablemente uno de los primeros nombres que le vienen a la mente. El legendario cineasta popularizó muchos de los tropos que llegaron a definir el cine de zombis con su serie de películas Muertos vivientes. En el proceso, también se convirtió en una leyenda en los anales de los cineastas de terror, con todo el mundo de Robert Kirkman a Zack Snyder rindiendo homenaje a o incluso rehaciendo su trabajo. Pero Romero no sólo hizo películas de zombis, también dirigió un drama de fantasía surrealista, Knightriders, que puede ser uno de sus trabajos cinematográficos más infravalorados.
Knightriders se centra en una tropa de viajeros que se esfuerza por seguir el código artúrico, gracias a su líder Billy (Ed Harris), o "Rey Guillermo", como le gusta que le llamen. Incluso visten a la moda de la época, con pesadas armaduras para los hombres y largos vestidos para las mujeres. Pero al ser la época moderna, hay algunas salvedades. Por ejemplo, la troupe va en motocicletas en lugar de a caballo. Y la carretera es el reino de Billy. Pero Caballeros de caballería no es sólo una película de fantasía moderna, sino también la forma en que Romero cuenta una historia que sirve también como relato semiautobiográfico de su paso por la industria cinematográfica.
Knightriders fue el intento de Romero de salir de su encasillamiento cinematográfico
Aunque Romero había sido aclamado por su obra de terror, quería hacer otras películas y le frustraba que le encasillaran en un género específico. "George era un tipo hermoso, orgulloso, creativo y un gran oso", declaró Harris a IndieWire al recordar el rodaje de la película. "Y era un escritor maravilloso, escribió algunos guiones excelentes que no pudo llevar a cabo. No todas eran películas de terror, ese era parte del problema. Se frustró con el negocio, y no puedo culparle". Esa frustración brilla a lo largo de las interacciones de Billy con diversas figuras, desde policías corruptos hasta el llamativo promotor Bontempi (Martin Ferrero) que quiere representar a la compañía.
Pero esos son sólo algunos de los problemas a los que se enfrenta la compañía. De hecho, gran parte del conflicto proviene de la propia compañía. Linet (Amy Ingersoll), la reina de Billy, siente que sus sentimientos se desvanecen. Sir Morgan (Tom Savini) siente que debería ser el líder. Y finalmente, varios miembros se marchan para aceptar la oferta de Bontempi. Todo lo que Billy quiere es vivir según su código, y el mundo parece estar en su contra. Es difícil no ver cómo Romero utiliza la película como una forma de desahogar su frustración con la maquinaria de Hollywood.
Desdibujando la línea entre fantasía y realidad
Aunque Knightriders no es una película de terror, contiene algunos elementos de fantasía surrealista. El principal de ellos es el sueño recurrente de Billy con un pájaro negro que le atormenta. Al final, se encuentra cara a cara con un caballero que lleva un pájaro negro en su armadura, y lucha contra él, pero acaba empeorando una herida que sufrió años después. Nunca se aclara si el caballero es un hombre normal o un ser místico, pero en cualquier caso, sirve como recordatorio de la mortalidad de Billy. Y quizás, en cierto modo, Romero también se enfrenta a su propia mortalidad.
Nada de esto funcionaría sin Harris al timón. Interpreta a Billy con una nobleza silenciosa, ya sea en el campo de justas o enfrentándose a Bontempti. Y también hay una serena tristeza que crece a medida que avanza la película. Es como si Harris entendiera lo que Romero estaba poniendo en el guión y ajustara su interpretación para que coincidiera. Un actor menor habría interpretado a Billy de forma melancólica o exagerada, pero Harris consiguió el equilibrio perfecto. Y aportaría esa misma dedicación a sus futuros papeles.
Por desgracia, Knightriders no gustó al público, ya que fracasó en los cines y más o menos consolidó a Romero como cineasta de terror, el mismo destino que intentaba evitar. No ayudó el hecho de que Knightriders se estrenara el mismo año que Excalibur, que ocupó el primer puesto de la taquilla y tenía características similares. Pero merece la pena verla, tanto si se es fan de la obra de Romero como si se es su creador. |
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