Si se cumplen los planes anunciados por la productora de 'La que se avecina' su temporada 15, que se estrenará en 2024, será la última. Serían nada menos que 17 años en antena, algo que poquísimas series de ficción española han alcanzado.
Lo más curioso de esta longeva serie es que nació como un reboot de 'Aquí no hay quien viva' forzado por el cambio de cadena, pues pasó de Antena 3 a Tele 5 con gran parte del casting original empezando por la propia Malena Alterio. Sin embargo las primeras temporadas no fueron sobre ruedas precisamente: sus guiones carecían de la gracia y genialidad de la serie original.
La serie debutaba en 2007, en pleno estallido de la crisis inmobiliaria, y podría haber sido una sátira divertida de aquel 'ladrillazo'. Sin embargo los guionistas optaron por ofrecer una vez más aquellas bromas con tintes de incorrección política que tan bien habían funcionado.
La duración de cada episodio se acercaba el de un largometraje, con más de 70 minutos. El motivo era claro: según la ley audiovisual española solo se permitían 12 minutos de anuncios publicitarios por cada hora de emisión y aquí se trataba de incluir el máximo número posible de anuncios por cada capítulo.
Esta duración excesiva tenía otra consecuencia indeseada: la enorme carga de trabajo semanal para el equipo de guionistas que, sumado a la exigencia de la cadena por abarcar el mayor abanico de edades posible entre sus potenciales espectadores, llevaba a reciclar una y otra vez las mismas tramas, los mismos gags y a crear latiguillos que se identificaran con cada personaje: ¿Hay alguien que no recuerde el "merengue, merengue", "me caigo muerta", el omnipresente "¿quieres salami" o el "¡Mayorista, no limpio pescado!"?
Esta repetición ad infinitum se veía además potenciada por la política de reemisiones de Mediaset en varias de sus cadenas de TDT, especialmente en Factoría de Ficción.
Los personajes de la serie representaban lo más bajo de la condición humana, empezando por un Antonio Recio (Jordi Sánchez) que reunía todos los defectos, homófobo, machista, racista… , o un Amador Ribas que era el perfecto gañán triunfador del pelotazo de los años del ladrillo que después pasa a pobre sin blanca... Enrique Pastor (José Luis Gil) era el único que quizá se salvaba.
El argumento de la serie era una traslación de la picaresca del Lazarillo de Tormes mezclada con el esperpento berlanguiano, aprovechando el gusto del telespectador medio por reírse de las desgracias ajenas y si es con humillaciones públicas de por medio, mejor que mejor...
El gran problema de LQSA es que, lejos de la intención satírica de su precedente y de sus fuentes de presunta inspiración, los objetos de sus bromas siempre eran minorías excluídas: chicas transgénero, inmigrantes africanos.... Personajes poco agraciados en el físico o con problemas de salud mental como fuente de gags, algo poco presentable en la idiosincrasia actual.
En las relaciones entre sexos su visión era tres cuartos de mismo: las mujeres siempre tienen la culpa de todo. En las parejas como la de Amador y Maite (Eva Isanta) o la de Lola (Macarena Gómez) y Javi (Antonio Pagudo) existe siempre una asimetría: ellos son divertidos truhanes y metepatas, ellas malvadas castradoras cuyo único propósito es convertir las vidas de los varones en un infierno.
Tampoco sale bien parada su visión de lo LGTBI: el término despectivo "bujarrilla" ha cobrado impulso entre los más jóvenes gracias a LQSA. Además, las subtramas con personajes trans reproducían todos los tópicos habidos y por haber.
¿Divertida? La respuesta puede ser negativa, al menos para todos aquellos a los que el humor que propugna les resulta ya francamente rancio. Si este es tu caso, 'La que se avecina' quedará como el último y peor exponente de un tipo de sitcom española que tiene los días contados.
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