Cuando Rebecca se fue de casa, pensó que había dejado atrás sus miedos de la niñez. A medida que iba creciendo, nunca estaba realmente segura de lo que era real o no cuando se apagaban las luces…. y ahora su hermano pequeño, Martin, atraviesa los mismos sucesos inexplicables y aterradores que una vez pusieron a prueba la cordura de Rebecca y amenazaron su seguridad. Un aterrador ente con una misteriosa predilección por su madre, Sophie, ha resurgido.
Pero en esta ocasión, y a medida que Rebecca se acerca a la indescifrable verdad, no cabe duda de que todas sus vidas están en peligro…. cuando se apaga la luz.
El espectador se conecta con cuestiones casi atávicas, más allá de que el entretenimiento y el relato mantienen la tensión durante toda la proyección. (...) este ejercicio concreto y conciso resulta estimulante.
El debutante David F. Sandberg juega aquí con el uso de una de las fobias más extendidas: ¿quién no se ha sentido alguna vez intranquilo en la oscuridad pensando que algo o alguien podría atacarle? Aunque Sandberg crea algunas escenas que infunden inquietud al espectador - hay varios sustos-trampa - nunca llegan a ser escalofriantes. Para empeorar la cosa, el filme va perdiendo fuelle a medida que avanza la historia. De los actores, María Bello es la única que consigue transmitir algo de angustia; en general la composición de los personajes es pobre. Una película con alguna escena inspirada, lastrada por un guión deficiente con unois personajes que no despiertan la empatía del público. Sólo para espectadores poco exigentes.