Will y Eden perdieron a su hijo años atrás. La tragedia afectó su relación de forma irreversible, hasta el punto de que ella desapareció de la noche a la mañana. Un día, Eden regresa a la ciudad; se ha vuelto a casar y en ella parece haber cambiado algo, convirtiéndola en una presencia inquietante e irreconocible incluso para Will. Un thriller adulto e impactante sobre cómo el dolor puede convertirse, literalmente, en algo atroz.
La realizadora Karyn Kusama se aleja del enfoque más comercial de sus anteriores películas para brindarnos una cinta que abandona las convenciones de género para llevar a cabo una crítica en torno a las relaciones sociales, enmarcado todo ello dentro de un historia de terror escalofriante. No es casualidad que haya ganado el premio a Mejor Película en Sitges de 2015, ya que estamos ante un intenso thriller psicológico capaz de crear una tensión que mantiene al espectador pegado a su butaca. El guión, con la excepción de la absurda escena de apertura de la película, es notable. Además las interpretaciones elevan la calidad de la cinta, destacando Tammy Blanchard que se mete en la piel de una mujer de actitud artificial y perturbadora con una mirada especialmente inquietante.