Una Roma repleta de políticos, malhechores, figuras de las instituciones, eclesiásticos y mafiosos que, en lugar de verse perjudicados por los escándalos de corrupción, aumentan de manera exponencial: “una gangster movie que refleja el final de una era, de un mundo político y un mundo criminal que se está convirtiendo en otra cosa, aún no sabemos bien en qué, y que, por tanto, se agita dejando a su paso restos de sangre a la espera de una especie de nuevo orden”, lo define el director. Un gran proyecto inmobiliario que inundará de cemento la periferia de la ciudad sirve de trasfondo para relatar la historia de un político y el hijo de un constructor sin escrúpulos.
Stefano Sollima crea una ficción con la intención de reflejar la realidad de un país que ha sufrido una crisis económica y una desestabilización política considerables. Se trata de un filme coral del género de gángsteres cuyo relato nos propone una estructura piramidal: políticos corruptos, sicarios, putas, yonquis... ni un solo personaje moral aparece en la cinta. Uno de los aciertos de la cinta es que abarca todos los personajes intercambiando continuamente puntos de vista. Una película que habla de lo peor de nosotros: el barrio italiano de Suburra podría ser el tuyo o el mío.