Mi nombre es Sergio, soy alcohólico

La pareja de dipsómanos Sergio y Carmen fracasan al intentar rehabilitarse y hacen un pacto suicida. Carmen toma pastillas pero Sergio se arrepiente, llama a Alcohólicos Anónimos pero también se arrepiente de pedir ayuda, compra licor y viaja a la capital, en donde es internado en un hospital después de fuerte crisis. Se registra como Andrés, con documentación falsa. Cuando lo dan de alta ve en periódicos viejos la noticia del suicidio de Carmen, cuyo padre, el médico Armando, y su tía Isabel encargan a un detective localizar a Sergio. Él sobrevive como caricaturista en bares. No desea beber pero lo hace. Vive en un lugar miserable entre viciosos, degradándose cada vez más y sin poderse quitar el remordimiento por la muerte de Carmen. Su suegro estaba retirado de su profesión, pero al pensar en la suerte de su hija vuelve a ejercer para ayudar a pobres y enviciados. Una mujer recurre a Alcohólicos Anónimos para que la ayuden a localizar a su hijo Basilio, que por beber ha huido de su casa. Lo encuentras Sergio, que al ve reflejado en él su propia debilidad lo induce a asistir a un grupo de Alcohólicos Anónimos, y sin darse cuenta a los dos dejan de beber un año, al cabo del cual Basilio se reencuentra con su madre. Carmen aparece ante Sergio y le explica que aunque no terminó de comunicarse con Alcohólicos Anónimos el día que intentó suicidarse reconocieron su voz, la buscaron y la hallaron moribunda y la salvaron. Se ha rehabilitado y ha estado al pendiente el proceso de Sergio y Basilio. Pasado un tiempo ella y Sergio se casan.