Serie de TV - El Presidente demócrata Josiah Bartlet (Martin Sheen) lidera una de las naciones más poderosas del mundo con la devoción y la convicción de creer fervientemente en que lo que hace es lo mejor para su país. La serie se desarrolla, fundamentalmente, en los pasillos, despachos y salas de la Casa Blanca, mostrándonos los entresijos del febril trabajo que allí tiene lugar y los problemas diarios a los que se han de enfrentar. Es en esta atmósfera de conflicto donde el equipo de la Casa Blanca va a tener que esforzarse hasta límites insospechados para seguir defendiendo su credibilidad de cara a las reelecciones y a los Estados Unidos de amenazas externas.
Mi serie favorita. El por qué es tan simple de describir como complicado de lograr: The West Wing es, sencillamente, un placer intelectual, valga esto como oximorón (o como vanidosa cursilería). Es una increíble exhibición de precisión y sutileza sobre el poder de la palabra (y el poder en sí mismo) que devora tu fascinación y atrapa tu interés. La inteligencia e ironía se desbordan en cada línea de guión de cada capítulo. El reparto es perfecto. Si además eres un apasionado de la política, y especialmente la norteamericana, sus historias brillantes y sus ágiles diálogos te rendirán el asombro. Algunas tramas resultan verdaderos thrillers, otras impecables melodramas. Todo permeado de humor y gravedad, ambos constantes y ubicuos. Ciertamente todo sucede a un ritmo frenético, a veces incapaz de reposar, pero la recompensa es impagable: ver algo en la televisión que resultar inspirador. Aaron Sorkin es el gran culpable. Un tipo con un talento infrecuente, fuera de lo común. El productor John Wells –responsable también, curiosamente, de mi otra gran serie preferida, Urgencias– su cómplice. La maravilla inefable se llama The West Wing. Nunca la televisión (y me atrevería decir que pocas veces el cine) me obsequió con tanto ingenio, tanta inteligencia. Un 10.
Alessandra Stanley(The New York Times)
[Sobre la 6ª temporada]: Debería haber limitación de mandatos para los presidentes televisivos. Y uno es lo justo para 'The West Wing'. La prolongación de uno de los mejores y más populares dramas de la televisíón es valiente y a ratos atrevida, pero también a menudo dolorosa de ver.
Sus ingeniosos diálogos de ritmo rápido -recitados al galope a medida que los personajes se pasean por la escena- resultan admirables, pero es el excepcional reparto el que hace que 'El ala oeste' cobre vida
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