Lo que para el mundo es una de las escenas más icónicas del cine de acción, para Uma Thurman fue el inicio de una pesadilla que duró 15 años. Recientemente, la actriz volvió a poner bajo los focos el traumático accidente de coche sufrido durante el rodaje de Kill Bill Vol. 2, una secuencia que Quentin Tarantino la presionó a realizar personalmente, asegurándole que el vehículo era seguro cuando, en realidad, era una "trampa mortal".
El impacto contra un árbol en una carretera de arena no solo le dejó secuelas físicas permanentes en el cuello y las rodillas, sino que provocó una de las rupturas más dolorosas de la industria. Thurman confesó que pasó de ser la "musa" a sentirse una víctima de la negligencia, una situación que fue encubierta durante años por Harvey Weinstein y Miramax, quienes se negaron a entregarle las grabaciones del choque a menos que firmara un documento liberándolos de toda responsabilidad.
Sin embargo, la historia tomó un giro inesperado hacia la redención. Fue el propio Tarantino quien, años después y en medio del movimiento #MeToo, decidió entregarle personalmente el video del accidente para que ella pudiera revelar la verdad. Este acto de honestidad fue el catalizador que permitió a ambos sanar sus heridas. Hoy, tras un largo proceso de reconciliación, la actriz asegura que han dejado el rencor atrás, manteniendo una relación de respeto que incluso ha reabierto los rumores sobre una posible y esperada tercera entrega de la saga.
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