Un día del año 1930, José Américo Ghezzi (Bepo), picapedrero anarquista sin trabajo, abandona su pueblo y hasta 1955 no regresa. Durante 25 años camina sin otro rumbo que el trazado por las vías del ferrocarril, sumándose al silencioso mundo de los "crotos" en el que se encuentra al "francés", maestro de vida que lo marcó para siempre. En su pueblo, sus amigos y una mujer lo esperan tejiendo sus propias vidas. Sesenta años más tarde, frente a una cámara, reviven sus amores y visiones del mundo en una suerte de collage de miradas y sueños donde lo primordial es la pregunta "¿La libertad es posible?".
Los crotos eran anarquistas que recorrían la pampa argentina en el primer tercio del siglo XX difundiendo sus ideas y trabajando lo imprescindible para sobrevivir. Uno de ellos fue Bepo Ghezzi, en cuyas memorias se basa un documental que cumple una de las funciones básicas del género: descubrir realidades desconocidas.
Gran importancia que tuvieron los crotos o linyeras en la propagación del anarquismo, sobre todo a partir de fines de la segunda década del presente siglo y hasta principios de los años ’30. Estos trotamundos que usaban sus piernas y los vagones del ferrocarril a modo de alas, son los protagonistas de varios artículos de Hugo Nario y Alicia Maguid y de sendos libros de dos ex crotos: Beppo Ghezzi y Ángel Borda. Referencias acerca de ellos también hallamos en los recuerdos de viejos libertarios, como los ya citados José Fernández y Miguel González. Mucho queda por estudiar para precisar la incidencia de los crotos libertarios en el surgimiento de sindicatos rurales o de pequeñas poblaciones, en el establecimiento de bibliotecas obreras, en la organización de huelgas en los pueblos y en el campo, en la circulación de las ideas anarquistas.
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