¿Cuál es nuestra casa? Quizás aquel lugar en el que nos sentimos seguros, como en el cine. Eso debe de pensar Joel, que solo sale al exterior el día en que Elvis, el perro de su mujer, aparece medio muerto. Empieza entonces una odisea urbana que no tiene nada de épica y sí mucho de patética, pues lo único que desea el protagonista es encontrar sus llaves para volver a casa. Con un estilo áspero y seco, Sergi Pérez filma este itinerario sin titubear, con rigor absoluto, sin desviarse de su camino ni un solo metro. Pues lo que quiere es convertir esa aventura cotidiana en puro cine y lograr que el espectador se pierda en ella, experimente el cansancio y el dolor de su atribulado protagonista.
Película dura y seca, compensa lo amargo del trago que sirve con una precisión casi quirúrgica al exponer los instintos y mecanismos autodestructivos de los hombres.
Puede resultar hipnótica o espantar al espectador medio. Usted dirá. (...) no es una propuesta radical, pero sí hermética, hasta cierto punto improvisada y siempre coherente consigo misma
Primera película como director de Sergi Pérez. Su rodaje con un magro presupuesto no se nota excesivamente al estar rodada con mucha cámara al hombro siguiendo la estética del cine indie estadounidense. Esta no es una película orientada al mero entretenimiento sino a una reflexión que puede incomodar a más de un espectador. Su narración, triste y pausada, arranca cuando Joel encuentra a Elvis, el perro de su mujer, moribundo, y con las prisas se deja las llaves dentro de casa, dedicando el resto de la jornada a intentar regresar al único sitio que le permite no ser consciente de su situación: su hogar. Una película sobre la pérdida y cómo afrontarla, que llega a alcanzar unos niveles emocionales muy complejos.