Alma tiene 20 años y trabaja en una granja de pollos en un pueblo del interior de Castellón. Su abuelo, que para extraña sorpresa de su familia dejó de hablar hace años, es la persona que más le importa en este mundo. Ahora que ha decidido dejar de comer también, Alma se obsesiona con que lo único que puede hacer “volver” a su abuelo a su estado natural es recuperar el olivo milenario que la familia vendió contra su voluntad hace 12 años.
Sin decir la verdad, sin un plan, y sin apenas dinero, Alma embarca a su tío “Alcachofa”, de 45 años, arruinado por la crisis, a su compañero de trabajo Rafa, de 30, a sus amigas Wiki y Adelle y a todo su pueblo, en una empresa imposible: recuperar el monumental olivo, replantado en algún lugar de Europa, y traerlo de vuelta a la masía familiar.
La directora madrileña vuelve a tratar el tema de la crisis como telón de fondo de una historia que es una metáfora sobre la vida misma y que, al igual que un árbol se marchita y muere si le arrancan sus raíces lo mismo le sucede a una persona si le arrebatas lo que más quiere. Bollaín recurre al flashback para mostrarnos algunos momentos íntimos protagonizados por un abuelo que ahora ha perdido la lucidez a causa de la enfermedad. La familia de la película está desestructurada, la comunicación entre ellos apenas existe. De nuevo Javier Gutiérrez nos brinda una magistral interpretación como el tío de Alma, convirtiéndose en el principal referente humorístico de la cinta (que es un drama, evidentemente). La historia es todo un canto al amor, la ayuda desinteresada y el inconformismo. Sin duda, una de las mejores películas de Icíar Bollaín como directora.
Premios
Goya 2017: 1 premio - 4 nominaciones - Mejor Actriz Revelación Ganador - Mejor Música Original - Mejor Guión Original - Mejor Actor de Reparto