La directora madrileña vuelve a tratar el tema de la crisis como telón de fondo de una historia que es una metáfora sobre la vida misma y que, al igual que un árbol se marchita y muere si le arrancan sus raíces lo mismo le sucede a una persona si le arrebatas lo que más quiere. Bollaín recurre al flashback para mostrarnos algunos momentos íntimos protagonizados por un abuelo que ahora ha perdido la lucidez a causa de la enfermedad. La familia de la película está desestructurada, la comunicación entre ellos apenas existe. De nuevo Javier Gutiérrez nos brinda una magistral interpretación como el tío de Alma, convirtiéndose en el principal referente humorístico de la cinta (que es un drama, evidentemente). La historia es todo un canto al amor, la ayuda desinteresada y el inconformismo. Sin duda, una de las mejores películas de Icíar Bollaín como directora. |