La directora estadounidense Lorene Scafaria se ha basado en sus propias experiencias para crear este relato bienintencionado que tiene algún momento para echar la lagrimita y algún otro para la risa pero que ante todo es un vehículo para el lucimiento de la veterana Susan Sarandon en su papel de madre recién enviudada que trata de buscar un sentido a su existencia intentando meterse en la vida de su hija. El guión no sabe sacar partido de su premisa y termina acentuando en su tramo final los clichés y las situaciones estúpidas. Para colmo de males, algunos aspectos de la trama que se anuncian como importantes desaparecen más adelante sin dejar rastro. Un vehúculo de lucimiento de la Sarandon que podría haber resultado mejor en manos de otra directora.