No era la primera vez que Vladimir Oquendo oía decir que su padre no era su padre, pero esta vez perdió la paciencia. Parra, su condiscípulo de la infancia y compañero de la academia militar, se lo dijo de modo tan insolente y reiterado que le hizo revivir las dudas, causantes de sus pesadillas durante los últimos diez años. Allí comienza un viaje hacia la búsqueda de la verdad y las causas de un remoto duelo que ya se volvió mito. Consultando, descarta y confirma testimonios, hasta conocer el alma rebelde de su padre.
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