La película, con su hermoso retrato de la zona de yurtas de la capital de Mongolia durante el invierno, me cautivó hasta el punto de que no me di cuenta de que estaba a punto de terminar. Pero ese final abrupto me hizo preguntarme: «¿y eso es todo?». Es como ese momento en el que de repente tienes que despedirte de tu primo después de unas largas vacaciones, y ya no puedes pasar tiempo con él todos los días. |