No creo que haya habido nunca un director, en realidad un ser humano, que entienda la cámara como lo hace Stanley Kubrick. No hay nada que se le parezca, nada que controle el espacio, que establezca el tiempo, que libere el potencial de sus personajes, que explote la infinita belleza del mundo como lo hace Barry Lyndon. Un testamento no sólo a la obra de época, sino a nuestra afición por el arte, literalmente un mosaico cinematográfico. Una maravilla. |