La forma en que Jia rastrea el tiempo a través de un mini DV portátil o de una cámara de seguridad robótica es realmente asombrosa. Décadas atravesadas por un vacío digital en el que los recuerdos están pixelados y fragmentados. Esa transición de la vista aérea del salón de baile a las naranjas del supermercado puede que sea el mejor momento del cine, más o menos. Sentí cómo se me desintegraba el cerebro. La secuencia del sueño/videojuego, también. Esto me conmovió más que cualquier otra cosa que haya visto en años. Una de mis combinaciones favoritas de imagen y tema, quizá de todos los tiempos. Todos los fotogramas de esta película compiten por ser mis imágenes favoritas. Las primeras imágenes son tan nebulosas y malformadas que reflejan la incertidumbre de nuestros protagonistas, sus infinitas posibilidades, para acabar en una modernidad aplanada y suave. Es realmente algo.
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