En 1935, el fotógrafo Willard Van Dyke se mudó a Nueva York con la creencia de que las películas "podrían cambiar el mundo" y comenzó una nueva carrera como cineasta. Su nombre pronto se convirtió en sinónimo de documental social en los EE. UU. Sus imágenes de campos de algodón, acerías y ciudades industriales, y sus retratos de trabajadores fabriles desempleados y sus familias, proporcionan una crónica invaluable de esos años y se han convertido en ejemplos atemporales de arte cinematográfico. Un retrato sincero de un hombre distinguido y franco, esta película incluye conversaciones con sus colegas Ralph Steiner, Joris Ivens y Donald Richie; imágenes de Edward Weston, su amigo cercano y mentor; y muchos extractos. Explora el dilema de cualquier persona con conciencia social que debe enfrentar la dura realidad de ganarse la vida manteniendo su integridad. Y revela a un hombre de unos setenta años todavía decidido a hacer un buen trabajo creativo.
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