Boy (River Phoenix), un viudo que vive como un ermitaño, espera el fin del mundo en una desértica planta de pruebas nucleares. Se distrae fabricando muñecos a los que otorga poderes mágicos. Cuando a una pareja de la alta sociedad de Hollywood (Judy Davis y Jonathan Pryce) se le avería el coche en pleno desierto, Boy los acoge en su refugio. Más tarde, el joven los hace sus prisioneros con la idea de empezar una nueva vida con la mujer como compañera.
Un atractivo thriller de bajo presupuesto, una curiosidad que es medio cine de autor, medio salto entre géneros y completamente aceptable a pesar de la ausencia de algunas escenas clave
'Dark blood' se muestra en todo momento incapaz de conseguir lo que pretende: un relato claustrofófico en mitad de la nada con aviesas intenciones existencialistas. (...) Toda la narración se agota en un falso lirismo henchido de su propio aburrimiento.
Una notable y pintoresca tontería. La interpretación de Phoenix, que parece tan desquiciado como su inverosímil personaje, tampoco ayuda a engrandecer su mito. Descanse en paz.