Críticas de la prensa de DETROIT

Bigelow, en su trabajo más redondo e inspirado en años, va cerrando su visión coral de los acontecimientos (...) hasta llevarnos a la depuración absoluta, al terror claustrofóbico

Es una obra maestra dura que indaga en nuestro pasado violento (...) [Bigelow] nos arroja al centro de un suceso histórico brutal para que podamos verlo – y sentirlo – por nosotros mismos

Un regreso desgarrador a 1967 (...) Es extraordinaria. Will Poulter está excelente (...) Anthony Mackie está cautivador (...) Está lejos de ser una historia del pasado

Grabada con dinamismo por el director de fotografía Barry Ackroyd (...) Tiene relevancia y pasión (...) Bigelow crea cierta humanidad en medio de la angustia

Una película valiente, que nadie debe dejar de ver y aterradoramente pertinente

Rodado con una cámara tan nerviosa como los propios protagonistas genera una tensión que por momentos se hace insoportable (...) el espectador (...) no puede sino dejarse arrastrar por la indignación ante el sinsentido y la irracionalidad.

Una experiencia incómoda –pero magistral–, una bofetada para las instituciones policiales estadounidenses y los muy explorados –y explotados– temas de segregación y discriminación racial.

El film demanda un compromiso emocional y físico que no todos los espectadores hoy en día están dispuestos a ofrecer. Pero así es el cine de Bigelow: audaz, intenso y radical.

Es un relato despojado de todo trasfondo y absolutamente deshistorizado; la violencia acaba teniendo aquí la misma significancia que tendría en cualquier 'thriller'

El retrato de los policías es caricaturesco (...) y el de las víctimas y sus hilos narrativos es torpe y edulcorado. Es una película muy dura (...) pero la mano de Bigelow la tergiversa y nos cuenta lo que no es, dejándose sin contar lo que es

Es una película que te enfadará. Está diseñada para hacer que te indignes y no hace nada para suavizar el golpe (...) 'Detroit' es dura, pero vale la pena, cada minuto de ella. 

Tensa y poderosa, pero unidimensional (...) Se queda corta en complejidad, como si fuera suficiente con provocar y enfurecer a la audiencia. 

[Bigelow] ha creado un panorama turbulento y vivaz sobre la raza en América que parece que se desarrolla en el momento, y ese es su poder. 

Una espeluznante historia de violencia que plantea muchas preguntas importantes (...) Es un docudrama efectivo y muy difícil de ver que se beneficia de la habilidad de Bigelow para contar historias complejas con claridad propulsora. 

Una brutal y visceral lección de historia americana (...) Un esfuerzo sincero por iluminar un capítulo particularmente oscuro de la historia 

'Detroit' es extremadamente poderosa cuando su ojo errante se centra en el momento, cuando desarrolla una reflexión directa y vigorosa sobre la violencia blanca y el miedo negro. 

Un ingenioso y extenuado mosaico de sufrimiento (...) En sus mejores momentos la película (...) evoca un espíritu de provocación triste 

'Detroit' es claustrofóbica. Es caliente. Suda. Es una recreación intensa, áspera, explosiva, de un momento nefasto de uno de los peores capítulos de nuestra ciudad (...) Es más efectiva como obra atmosférica 

Esta dura y apasionante película empieza lentamente pero la intensidad va creciendo hasta culminar en pena y nerviosismo (...) Poulter retrata magníficamente la auténtica maldad intolerante 

Una película fundamentalmente física que acaba trasladándose al orden mental. (...) extraordinaria labor de montaje (...) magníficas interpretaciones 

Cine severo, adulto, punzante y cartilaginoso. Y su discurso, por supuesto y por desgracia, muy actual. Hoy como ayer. 

Es una muy buena película, pero tiene algo de grasa en su descripción de los blancos del Departamento de Policía: brutos, malos, corruptos, débiles y cobardes en general. En fin, es el punto de vista de Bigelow. 

Bigelow recrea con solvencia los disturbios raciales de Detroit a fines de los años 60 y pone la cámara con pericia sobre el atropello sufrido por afroamericanos y dos chicas blancas por parte de policías abusivos.  

Cine político de primera; certera crónica sobre los mecanismos ideológicos del racismo hecha con brillante tensión dramática sin concesiones, es un duro, intenso y brutal filme anti era Trump. 

Kathryn Bigelow conserva intacto su viejo estilo provocador e intransigente. 

Se narran los disturbios que ocurrieron en Detroit en el verano de 1967, (...) Y Kathryn Bigelow decide contarla ahora, con esa sensación de urgencia tan particular de su cine, que se traduce en historias con más acciones que diálogos, o en una cámara que nunca se queda quieta. 

Retrato sobrecogedor. 

El desenlace muestra el juicio a los policías, con más lugares comunes que los que uno querría ver. Finalmente, vaya uno a saber a quién se le debe endilgar el lamentable epílogo, tan dulzarrón y manipulador que parece el tráiler de otra película. 

La directora de 'Vivir al limite' narra con fiereza los disturbios en la ciudad del título (...) un elenco sin fisuras en un filme que no da respiro. Nunca. 

Otra demostración de la asombrosa capacidad de Bigelow para contar conflictos violentos y políticos con mirada alejada de todo simplismo, de toda moda ideológica, de toda falta de compromiso con el mundo y con el cine. 

Bigelow dirige con un pulso tan firme que, por momentos, resulta difícil de soportar. Casi una película de género (de suspenso y, por qué no, terror psicológico) dentro de la película de denuncia. 

La narración que comienza lenta va ganando en intensidad y tensión hasta llegar a un clímax poderoso y provocador. Una advertencia sobre un pasado que en la era Trump, luce peligrosamente actual. 

Un filme controvertido de una intensidad apabullante que no busca tranquilizar conciencias sino generar debates sobre el racismo.