Los habitantes de un pueblo español se reúnen para recibir la visita de un equilibrista que desafía a la muerte. Viene con su propia y atractiva aura de peligro y drama, y la multitud no queda decepcionada. Animada en un estilo esbozado sobre papel, esta película utiliza poderosamente la libertad gráfica de esta técnica para seleccionar y embellecer, lanzarse en picado y pasear por el pueblo. Se utilizan efectos de sonido austeros y una pieza de guitarra de Albéniz para realzar este drama encantadoramente modesto en el que las cosas ordinarias (un martillo clavando un clavo, una bandada de pájaros volando en el cielo) reciben su merecido.
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