Roger Ebert (Chicago Sun-Times)Nota: 9

Una película fascinante y convincente (...) Moore ha suavizado su habitual exuberancia (...) pero sigue siendo una de las figuras más valiosas del paisaje político

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Claudia Puig (USA Today)Nota: 9

Instructiva, provocadora, aterradora, fascinante, divertida, manipuladora y, sobre todo, entretenida

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Peter Bradshaw (The Guardian)Nota: 8

La polémica incendiaria de Moore es (...) emocional y manipuladora, brillante y desvergonzada (...) Pero llega como un puñetazo en los riñones a la complacencia de las clases políticas

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A. O. Scott (The New York Times)

Ante todo debe ser apreciado como un supremo ejercicio de la libertad de expresión democrática.

Ty Burr (Boston Globe)

Hay que verla porque se quita los guantes y se mete de lleno en la lucha, porque sintetiza los argumentos de Bush como ningún otro trabajo lo ha hecho antes y porque te obliga a decidir por ti mismo

Mick LaSalle (SFGATE)

A pesar de su tono sombrío, es incandescente. Verla es agotador y aplastante y la atmósfera que conjuga perdura durante días 

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Owen Gleiberman (Entertainment Weekly)

Filtra las acciones de la administración Bush a través de una furia burlona que podría haber sido irresponsable si las palabras de Moore no estuvieran rodeadas por imágenes que hablan mil veces más 

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Desson Thomson (The Washington Post)

Si existe alguna película capaz de afectar al medio político, podría ser ésta 

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Kirk Honeycutt (The Hollywood Reporter)

Incluso aunque se esté de acuerdo con los argumentos de Moore, la película reduce décadas de fallos en la política exterior americana a una caricatura en blanco y negro que deposita las culpas en una sola familia

Jonathan Rosenbaum (Chicago Reader)

El tema central es que Moore respeta y confía en sus compatriotas americanos mucho más que Bush.

M. Torreiro (Diario El País)

Con su impresionante eficacia como demoledor discurso contra un adversario poderoso que no es otro que el propio Bush, 'Fahrenheit 9/11' presenta algunos grandes logros, pero también no pocos problemas para cualquier espectador con un mínimo sentido cívico. (...) De ahí el tono, en ocasiones groseramente manipulador (...) Astuta, valiente y atrevida, pero también vulgarmente manipuladora, la película quedará para la historia del cine más como un ejemplo sociológico de impacto mediático que como un documental riguroso, adulto y equilibrado.

Alberto Bermejo (Diario El Mundo)

El filme debería definirse como un magnífico panfleto, pero su discurso preconcebido se sustenta sobre datos incontestables.

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